Bobby, Manchita, Nemo, Manuelita y otras mascotas

Son muchos los niños que desde muy pequeños piden con insistencia tener un animal en casa. Y, claro está, que acceder a este pedido de nuestros hijos puede resultar muy beneficioso para ellos. Pero, como papás tenemos que tener en cuenta algunos factores antes de aprobar la demanda y aceptar a un nuevo miembro en la familia.
Clásicas son las solicitudes de perro o gato. También podrían ser tortuga, pez, conejo, hámster, canario… Aunque algún niño por ahí haya pedido alguna vez un ornitorrinco para llamarlo “Perry”, una chanchita “Peppa” o un mono como “Jorge el curioso”. Porque, a veces, las fantasías e imaginación de los pequeños supera ampliamente a la realidad.
Una mascota, además de tener que ser un animal doméstico, requiere compromiso, dedicación y responsabilidad. Es en este sentido que implica un gran aprendizaje para los niños y para la familia entera, ya que ellos solos no podrán hacerse cargo completamente. Aunque según la edad de nuestro hijo, evaluaremos las obligaciones que pueda asumir.
Pero, también, una mascota conlleva un nuevo tipo de amor, una compañía, un vínculo con otra especie y una diferente forma de compartir o jugar según el animal que sea. Es decir, colabora en el desarrollo psicológico, emocional y vincular. Siempre que la experiencia sea positiva.
No perdamos de vista que la decisión es nuestra. No debemos actuar por impulso. No se trata de un juguete más. Consideraremos espacio, tiempo, recurso económico destinado a este fin, animal, tamaño, raza y por último… nombre y demos la bienvenida a un integrante más de nuestro hogar.

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